De los procesos creativos de un joven historietista al tallado artesanal de un palo totémico. De los preparativos de un carnaval de invierno en el punto más austral del mundo a la misteriosa búsqueda de un pueblo enterrado en La Pampa. Los intereses documentales de la directora Franca González parecen discutir con algunas tendencias del presente. En sus trabajos la inmediatez o la lucha por la atención no tienen lugar.
En su nuevo documental Vinci. Cuerpo a cuerpo la cineasta se detiene a contemplar el minucioso trabajo del escultor argentino Leo Vinci, un artesano del tallado de bloques de mármol que en los años ‘60 integró el reconocido Grupo del Sur junto a otros notables artistas plásticos. Una exploración sensible y un retrato único: el de la vida de un hombre que a sus 91 años demuestra que dos manos alcanzan para cambiar el mundo.
«Nunca quiero y nunca quise hacer algo que guste. Yo creo en la naturaleza y con eso voy generando casi todo lo que hago», afirma Vinci en el comienzo de la película, casi como una declaración de principios. Más tarde, cuando la cámara lo muestre charlando con sus alumnos, dirá: «No soy docente, soy predicador». El documental lo registra en su trabajo diario con las esculturas en un taller rodeado de herramientas antiquísimas, visitando los lugares donde se exhiben sus obras y en la intimidad de su casa junto a su mujer Marina Dogliotti.
Luego de su paso por BAFICI y a propósito del estreno en Cine Arte Cacodelphia, esta semana charlé con Franca González, directora de Vinci. Cuerpo a cuerpo, sobre el origen del proyecto, la selección de escenas y el proceso creador de un artista.
El origen: «Hubo una fascinación inmediata por el personaje más allá de sus cualidades artísticas, que evidentemente son muchísimas. Desde la línea del documental no era tanto meterme a indagar en el valor de su obra, sino en su capacidad transformadora. Ese acto de fe de creer que con sus manos cada día puede crear algo nuevo para el mundo. De algún modo, eso para nosotros funciona a veces como espejo, en las antípodas de lo que para mí es la creación. Sentía que esa capacidad de Vinci de no encontrar límites a lo que tenía ganas de hacer y que le importara nada qué pensaban los otros, era muy interesante».
Personajes y creadores: «Más allá del misterio del acto creativo, hay algo que me fascina desde la cámara que es filmar el trabajo manual. Ya sea en al acto de dibujar (N. del E: se refiere a su documental Liniers: el trazo simple de las cosas) como de esculpir o de tallar un tótem (se refiere a su película Tótem). O inclusive en el trabajo manual, no sé, en Al fin del mundo cuando cortan esas maderas. Hay algo de eso que me encanta filmar, siento que en la reiteración de la búsqueda por encontrar algo que se transforma hay algo fascinante. Con Vinci, más allá de que todo lo que decía era muy fuerte y muy profundo, yo sentía que tenía más ganas de contarlo más a través de la acción que de la palabra y cosas que contara aparecieran a cuentagotas para que el espectador tuviese tiempo de procesarlas en una narración paralela a las acciones”.
El rodaje: «Costó mucho tener su confianza porque es una persona que viene con mucha cancha de entrevistas a lo largo de toda la vida y le llamaba mucho la atención que yo filmara tanto y que tuviera tan poco espacio para contar. Yo sentía que cuando le ponía un micrófono había cierta cosa didáctica o de sentirse maestro que perdía espontaneidad. Costó bastante vencer ese prejuicio de su parte. Por otro lado, tenía el preconcepto de que si íbamos a filmar tenía que estar todo ordenado, todo preparado. Entonces, cuando llegábamos con el equipo de rodaje ya había limpiado todo o ya había terminado la escultura. Le costó entender que era justamente ese proceso el que a mí más me interesaba».
La escena favorita: «Hay una que me resulta hipnótica y que podría durar todavía más tiempo que es cuando Vinci está martillando el mármol. Hay una concentración en ese objeto que uno ve como una piedra plana. Hay una sensación también de luchar contra el tiempo, un desafío permanente para ver cuánto más puedo llegar a hacer antes de irme».
Los espacios de Vinci: «Para mí era importante definir cuál era el territorio de Vinci y cómo él se movía dentro de ese territorio. No es un tipo al que le guste salir ni va a muchas actividades. Su vida transcurre dentro de esa casa-taller que es una especie de castillo donde se siente seguro así que me importaba mantener ese espacio bien definido. El único momento que lo vemos afuera en la película es cuando va a Casa Rosada a chequear el estado de las obras y se sorprende porque ni siquiera sabía que estaban en lugares tan transitados. Podría ser un personaje del que ni sabemos si tiene hijos o nietos. Porque lo central en su vida es estar trabajando todo el tiempo en el taller y en la casa. Ese vínculo tan estrecho y amoroso su esposa creo que es una punta importante de ese triángulo. Por eso para mí era importante que la película también atravesara el deseo de una pareja mayor que sigue teniendo ganas de irse a acampar junto al mar, por ejemplo».
(*) Durante mayo, la película se podrá ver en la sala 3 de Cine Arte Cacodelphia:
Domingo 5 de mayo, 19hs.
Domingo 12 de mayo, 19hs.
Domingo 19 de mayo, 19hs.
Domingo 26 de mayo, 19hs.
Trailer de Vinci. Cuerpo a cuerpo, de Franca González
