Hasta 1978, las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos e Irán atravesaron momentos inmejorables. El sha Mohammad Reza Pahleví, último monarca a cargo del país, era un aliado en una zona estratégica. Mantenía acuerdos comerciales con Washington, tenía trato directo con los presidentes que estuvieran en la Casa Blanca y estaba a favor de occidentalizar a la sociedad iraní.
Dueño de una gran fortuna, el sha gobernó con mano de hierro durante cuarenta años para mantener a raya cualquier insurrección en su contra. Una situación que se hizo cada vez más insostenible dentro y fuera de su país hacia finales de la década del setenta. Mientras en Irán se gestaba una revolución, en cada uno de sus viajes al exterior era recibido por manifestaciones de iraníes exiliados que denunciaban sus violaciones a los derechos humanos.
Hostages, la flamante serie de cuatro episodios estrenada por HBO Max, reconstruye la crisis que puso fin a las relaciones entre ambas naciones: la toma de rehenes en la embajada de los Estados Unidos en Teherán tras el derrocamiento del sha y la instauración de una República Islámica, en 1979. Algunos de los 52 rehenes estadounidenses, retenidos durante 444 días en la sede diplomática, cuentan en esta producción detalles del cautiverio y de las negociaciones a contrarreloj a lo largo de un año y dos meses para conseguir su libertad.
En el primer episodio, la serie pinta un panorama del Irán de los años setenta, del lugar histórico que los Estados Unidos ocuparon en su agenda y del movimiento gestado por el Ayatollah Jomeini desde su exilio en las afueras de París, Francia. Es interesante, en este punto, el testimonio de Mohsen Sazegara, ex miembro del Movimiento de Liberación de Irán en tiempos del sha, que acompañó al líder islámico desde un primer momento en las campañas para agitar la revolución.
Sazegara, que luego se convirtió en un crítico acérrimo del régimen, recuerda que filtraban grabaciones caseras clandestinas en casetes con la voz de Jomeini para que se escucharan en todo Irán. En una estrategia para mostrar cierta apertura democrática y para protegerse de posibles amenazas, Jomeini aceptó viajar con medios de todo el mundo de París a Teherán para tomar el poder. Según la serie, la Fuerza Aérea iraní, que seguía reportando al sha y por ende a los Estados Unidos, llegó a evaluar un ataque contra la aeronave. ¿Quién se animaría a estallar un avión lleno de periodistas?
«La fragmentación social, el colapso de la clase trabajadora, la comprensión de muchas personas de bajo nivel de que nunca serían parte de la prosperidad de Irán y el gran número de personas cuyos hijos, padres y madres habían sido encarcelados fueron el combustible para la Revolución. Jomeini fue la llama«, dice Michael Metrinko, ex empleado de la embajada, cuando analiza el cambio político del país.
Con Jomeini en Irán y la revolución consumada, empezaron los cambios. Se limitaron derechos de las mujeres y se conocieron las primeras fatuas para eliminar detractores. La historia de los rehenes estadounidenses, en tanto, tuvo un final más feliz: fueron liberados el 20 de enero de 1981 luego de fallidos operativos de rescate. Primero por vía diplomática a través del ex fiscal general Ramsey Clarck, enviado a Teherán para hablar con los captores o del boxeador Muhammad Ali, por entonces una de las figuras más populares del mundo.
