Esta serie documental de cuatro episodios, producida a lo largo de tres años por Movistar+, busca desentrañar uno de los grandes misterios de la historia religiosa de España: qué es y por qué sigue vigente la Iglesia del Palmar de Troya, en Sevilla, uno de los cultos más extraños y oscuros de Europa, que sirvió como fachada para ocultar abusos, maltratos físicos, manipulaciones, estafas a los fieles y malversación de dinero, entre otras cosas.
Sobrevivientes, detractores y especialistas en teología recorren los orígenes de su formación y analizan los alcances que tuvo en España, pero también en otras partes del mundo, donde todavía se mantiene activa a través de grupos palmarios en 20 países.
La historia comienza en 1968, en plena dictadura de Francisco Franco, cuando cuatro amigas aseguraron haber visto a la Virgen María en un monte de Palmar de Troya. Aunque sus versiones fueron contradictorias, la noticia sobre la supuesta aparición convocó a los medios de todo el país y el lugar se convirtió en un espacio sagrado donde distintas personas en los siguientes cinco años dijeron haber visto cerca de sesenta santos diferentes.
Hasta la llegada de Clemente Rodríguez y Manuel Alonso Corral, dos religiosos extremistas que comenzaron a instalarse como «referentes» en la zona, la posición del Vaticano consistió en desestimar todas esas versiones. La Santa Sede de la Iglesia Católica no sólo restaba sobrenaturalidad a los episodios sino que los asociaba a un fenómeno supersticioso y de histeria colectiva. Con este trasfondo, Rodríguez y Alonso Corral fueron más allá. Juntos formalizaron la idea de una nueva iglesia (una suerte de jerarquía eclesiástica paralela al Vaticano) y se ordenaron sacerdotes en una operación increíble.
Construyeron una imponente Basílica y promovieron al Palmar de Troya como único espacio para la salvación ante la proximidad del fin del mundo. Sin la venia del Vaticano, pero con los fieles suficientes para instalarse, el culto palmario siguió su curso. Clemente Rodríguez se autoproclamó Papa y sostuvo durante ese tiempo que se limitaba a seguir indicaciones de la virgen. Una autoridad única e incuestionable, una persona con un don y una capacidad incontrastables, que hablaba por otro.
En los primeros dos capítulos, centrados en el origen de la secta, la serie dirigida por Israel del Santo revela cómo fue la captación de fieles y cómo consiguieron los primeros financiamientos. Entre la docena de hechos documentados, es interesante uno de 1992, cuando España recordaba los 500 años del descubrimiento de América y el papa Clemente anunció que recuperaría su visión después de quedar ciego tras un accidente. Organizó una ceremonia para recibir al Espíritu Santo en su Iglesia. Nunca ocurrió. Más tarde, en otro hecho insólito, anunció que reescribiría la Biblia.
Son muy buenos los aportes del teólogo de la Universidad de Uppsala, Magnus Lundberg, y del periodista español Manuel Molina, dos seguidores obsesivos de los delirios palmarios y difusores de las denuncias por abusos sexuales en el lugar. En una entrevista, le preguntan al director de El Palmar de Troya cómo la Iglesia logró conseguir tantos fieles a lo largo de los años: «Es un caso para estudiar. Se dedican al principio a hacer folletos a máquina donde se van transcribiendo los mensajes de Clemente y los van repartiendo por centros de peregrinación y de apariciones marianas. Así se expanden por todo el mundo».
La segunda mitad de la serie se ocupa del proceso de sucesión en la jerarquía palmaria y consigue el testimonio de Ginés Jesús Hernández, conocido como Papa Gregorio XVIII, que lideró la iglesia entre 2011 y 2016, cuando renunció en medio de un escándalo para casarse con una mujer.
«De repente nos encontramos con un archivo bestial que tenía Hi8, video, U-matic, fotos personales, de prensa… que todo eso conviviera parecía una ensalada excesiva», recordó Del Santo sobre el trabajo de edición de la serie. «Para las recreaciones fui a la Basílica, llamé a la puerta, expliqué lo que estábamos haciendo y me dejaron entrar y ver cómo funciona por dentro».
Denuncias de abusos y maltratos, cruzados por una doctrina abiertamente apocalíptica, marcaron el rumbo de esta secta a lo largo de los últimos 50 años. «Hoy es un lugar privado. Quienes están adentro, en teoría, están por su propia voluntad», sostiene en la serie el periodista Manuel Alonso. «En teoría», agrega.
