Poder, millones y espías detrás del caso Weinstein

18/09/2021
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18/09/2021 actooalizame@gmail.com

Poder, millones y espías detrás del caso Weinstein

Un caso clave del movimiento #MeToo

Catch and Kill: The Podcast Tapes

Durante décadas, gracias a la impunidad que le dieron su fortuna y su influencia en Hollywood, el productor de cine estadounidense Harvey Weinstein logró eludir las distintas acusaciones en su contra por delitos sexuales. Su estrategia, en la mayoría de los casos, consistía en replicar acuerdos extrajudiciales (por cifras altísimas) para silenciar a sus víctimas y alentar, cada vez que hiciera falta, operaciones cruzadas en medios amigos.

Pero ni sus contactos ni su dinero sirvieron para impedir que en marzo del año pasado fuera condenado a 23 años de prisión por violación y agresión sexual. Una sentencia que marcó un precedente clave para el movimiento #MeToo. Catch and Kill: The Podcast Tapes, la versión documental del libro y el podcast homónimos producidos por el periodista Ronan Farrow, junta las piezas del rompecabezas de su propia investigación sobre Weinstein en seis episodios de media hora cada uno.

El trabajo tuvo derivaciones asombrosas. Aunque se publicó en la revista The New Yorker en 2017, inicialmente estaba previsto para la cadena de noticias NSB, pero entre las presiones de los abogados de Weinstein y las dudas de los directivos de la empresa, jamás vio la luz. Farrow reunió la evidencia durante años y entrevistó a una docena de testigos que, en algunos casos, eligieron el anonimato. En el primer episodio, por ejemplo, presenta a la modelo Ambra Gutiérrez, una de las víctimas de Weinstein que consiguió -con mucha valentía- una prueba clave que significó el comienzo del fin del todopoderoso productor.

Antes de Farrow, la editora de Hollywood Reporter Kim Masters y el periodista de The New Yorker Ken Auletta, que aparecen en el segundo capítulo, estuvieron muy cerca de probar los delitos del ex dueño de Miramax, pero la información para sostener las denuncias siempre era insuficiente. «Los periodistas han tratado de consolidar estos rumores, de convencer a las fuentes de hablar, de exponer su historia, pero era como tratar de capturar humo», recuerda Masters. Auletta, por su parte, firmó en 2002 un artículo lapidario en el que apuntó a exponer los acuerdos armados por los abogados del productor para cubrir sus delitos. En ese caso, otra vez, Weinstein también salió indemne.

En la «cocina» de la investigación (aviso: si sos periodista te va a interesar especialmente) hay dos episodios dedicados a los límites que pueden aparecer en un caso de esta magnitud: la historia sobre las presiones de la NBSrelatadas por el productor Rich McHugh cuando la cadena no podía prever el alcance de la denuncia y el valor de los editores de The New Yorker dispuestos a ir a fondo con la publicación, no tienen desperdicio. «En los círculos periodísticos, la revista tiene fama de ecuánime y parte de eso se debe a su legendario proceso de chequeo de revisión de datos. La labor de verificar los hechos no es una tarea superficial y llena de excentricidad. Tiene un verdadero propósito», subraya la voz en off de Farrow.

Desde la publicación de la primera nota hasta su detención pasó casi un año en el que Weinstein ninguneó de distintas maneras a la investigación y a las víctimas. En la serie de notas para The New Yorker, Farrow llegó a informar sobre un «ejército de espías» de la firma Black Cube, integrada por ex agentes del servicio de inteligencia israelí Mossad, contratados exclusivamente para rastrear a las mujeres que acusaban al magnate y para hacer seguimiento de sus reuniones con los periodistas.

Trailer de Catch and Kill: The Podcast Tapes, de Ronan Farrow