Las facultades
La instancia de los exámenes finales ha sido siempre un motivo de estrés para cualquier estudiante universitario. Ya sea por el temor a equivocarse o por la expectativa con el resultado, ese espacio de interacción y puesta en escena frente al docente se convirtió en un ritual difícil.
En Las facultades, la directora argentina Eloísa Solaas captura esos momentos de nervios y ansiedad en nueve carreras (Ciencias Físicas, Medicina y Derecho, entre otras) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Una aproximación íntima al proceso de estudio y evaluación de la educación superior en la Argentina.
En el documental escuchamos hablar de integrales de superficies y de distribución de carga en un examen de Física; de hojas «de forma pinnada y paripinnadas» en uno que reúne a estudiantes que quieren convertirse en ingenieras agrónomas y de las posiciones de San Agustín y Nemesius sobre el hombre como una dualidad alma-cuerpo en una exposición en Filosofía. De las semanas de preparación a la esperada mesa de examen, todo queda registrado por la cámara.
«La película surge de mi interés por la escena del final oral. Siempre me llamó mucho la atención por haberlo vivido en primera persona y por haber estado del otro lado, como docente. Todo lo que pasa en el cuerpo cuando uno está rindiendo un examen, un tipo de evaluación muy incómoda», me dijo esta semana Eloísa, directora de Las facultades.
Estrenada en 2019, la película ganó el Premio a la Mejor Dirección en BAFICI. Desde septiembre está disponible en MUBI y a partir del próximo 15 de febrero también se podrá ver CineAR.
Sobre los orígenes de su documental, que al comienzo iba a ser una ficción con actores, y de los permisos que tuvo que gestionar para registrar a las facultades y sus estudiantes, conversé con Eloísa Solaas.
1. En sus inicios el documental se iba a llamar Finales. ¿Cuándo supiste que sería Las facultades?
Mientras estaba haciendo la película trabajé con los títulos provisorios de Finales o Los Finales. Era mi manera de llamarlos porque era lo más material. Estaba trabajando con grabaciones de finales y también me gustaba porque tenía más de un sentido la idea del «final». Pero esos sentidos después no me gustaban tanto. La cuestión de lo concluyente o de la finalidad no me cerraba. Me parecía que Las facultades armaba otro tipo de relaciones y también tiene otro sentido: las facultades humanas, las facultades legales y otros sentidos que armaban algo un poco más amplio. Quien finalmente me convenció de ponerle Las facultades fue mi amigo Francisco Lezama, que colaboró en el montaje de la película.
2. ¿Dónde surge tu inquietud por saber lo que pasa en un examen final?
Me gusta en las películas cuando veo escenas con tensión dramática. Lo veo mucho en la comedia también. Momentos de inquietud entre una pregunta y una respuesta. Creo que la situación de examen tiene muchísimo de eso con alguien a quien se le está jugando bastante porque son sus calificaciones, tal vez el último examen de una carrera o tal vez una materia que reprobó y se tuvo que volver a presentar. Todo lo que se juega con eso en términos de identidad, de la elección de una carrera, de estar haciendo algo que tiene cierta relevancia. El examen final tiene bastante peso. Lo viví en carne propia y también lo vi desde el lado de la mesa porque fui docente en varias materias que tenían examen final oral. Me resultaba bastante absurdo lo que se juega en esa situación, lo angustiante y lo exagerado. Esa escena en particular me resultó siempre algo atractivo de ver y poder registrar.
3. ¿Fue difícil convencer a los estudiantes de participar del documental?
Sí, fue bastante difícil. Obviamente la mayoría dice que no. Yo misma no sé si en el momento de estar estudiando hubiese aceptado. Siempre estoy muy agradecida con los chicos y chicas que se prestaron a esto. Creo que todos tenían algún motivo. A veces fue simple generosidad por ver que estaba haciendo una película sobre algo que era difícil y les parecía atractiva la idea. También a las mismas cátedras les parecía interesante que hubiera un registro y trataban de ver qué alumnos podrían participar. Otras veces, como en el caso de Filosofía, fue a través de María Alché (N. del R.: es actriz y directora de cine). Yo la conocía y a ella le parecía que estaba buena la idea. Por suerte fui accediendo a que alguna gente se prestase incluso sin estar muy seguros del resultado. A veces como con cierta percepción errada de cómo iba a ser el examen. Algunos llegaban pensando que era algo que iba a resultar bien y no fue así y yo me vi en el compromiso de saber si seguían estando de acuerdo en que usara el material. Se me jugaron ciertas dudas de qué hacer, de si no era exponer a la gente a una situación que no había sido agradable para ellos. Pero me dijeron que sí, que usara, que el problema no había sido conmigo, sino con el final.
4. ¿Cómo gestionaste los permisos para grabar en el interior de las facultades? ¿Cómo fue en el caso del estudiante que registraste en una cárcel?
Fue un tema muy largo, según la facultad. En algunas era muy simple, como en Filosofía y Letras. Fue un permiso institucional para ingresar y filmar. Ya después tenía que ver qué permisos daban las cátedras en particular y los chicos. Para filmar en la cárcel fueron como diez permisos distintos: al juez que llevaba la causa de los internos que iba a registrar, la universidad, el centro universitario adentro del penal, al penal y del Servicio Penitenciario. No fue un rodaje organizado, fue en etapas muy dispersas en el tiempo donde tenía que ver cuándo eran las fechas de examen y si los chicos y chicas que me habían dicho que sí, después no se cambiaban de idea o no se presentaban porque no se habían preparado bien. En Medicina fue muy difícil porque el decano decía que la facultad no era un set de filmación, me dijeron que no durante tres años seguidos. Hasta que en un momento hubo un titular de cátedra que había cambiado, me atendió amablemente y le pareció interesante que quedara ese registro.
5. Los edificios de las facultades aparecen casi como un personaje extra. ¿Ese costado arquitectónico siempre formó parte de tus búsquedas?
La cuestión arquitectónica es un poco ineludible. De hecho, por ahí en el origen del proyecto pensaba que iba a ser más significativo todo el tema edilicio y lo que cuentan los lugares en sí. Después dejé eso de lado porque me interesaba concentrarme más en los personajes humanos, pero sabiendo que de todas maneras iba a ser algo con bastante presencia. Cómo son esos lugares, los fondos donde sucede cada cosa. Hay planos como el de la Facultad de Medicina y el del pabellón 3 de Ciudad Universitaria donde fui deliberadamente en días distintos porque no los pude hacer en el momento que estábamos grabando los exámenes. Me interesaba ver cómo la gente había esos lugares, era algo que tenía que estar. No busqué concentrarme en eso, debía ser algo que estuviera como de fondo a los protagonistas.