En su reseña sobre Super/Man, el documental sobre la vida de Christopher Reeve, el periodista Diego Lerer escribe sobre lo habituados que pueden estar hoy algunos espectadores al ver un actor convertido en superhéroe.
En 1978, cuando los efectos especiales eran muy diferentes a los de ahora, el estreno de Superman quebró algunas ideas preconcebidas. La destreza técnica del cineasta Richard Donner para conseguir que el protagonista volara (y pareciera real) fue toda una innovación para la época. Ese shock inicial, que perduró en varias generaciones de niños y adolescentes, convirtió al actor Christopher Reeve en una de las personas más populares del mundo.
Super/Man le rinde un justo homenaje a 20 años de su muerte. Armada con grabaciones caseras y entrevistas con familiares y amigos, la película repasa sus inicios teatrales en Broadway y sus primeros pasos en el cine antes de convertirse en una súper estrella. El interés del documental, sin embargo, parece estar puesto sobre todo en su vida después del accidente del 27 de mayo de 1995, cuando Reeve quedó cuadripléjico al caer de un caballo en una competencia de saltos ecuestres.
De esa etapa, sobresalen su admirable recuperación y el incansable trabajo para visibilizar una problemática hasta entonces irrelevante para los medios como la recaudación de fondos para costear estudios clínicos o la asistencia a personas en su misma condición física. Reeve usó su fama internacional para militar, en algún sentido, por la causa. Junto a su esposa Dana, un personaje saliente en la historia que lo acompañó hasta sus últimos días, crearon una fundación para ayudar a otras personas.
Emotiva y por momentos muy dura, Super/Man tiene entrevistas con amigos personales de Reeve como Susan Sarandon, Glenn Close y Jeff Daniels. «Chris toca la vida de las personas y de sus amigos. Y si aludimos a algunos de los otros actores famosos con los que compartió la vida y que eran muy cercanos a él todavía están tristes porque su amigo se ha ido», aseguró el director Ian Bonhôte. «Si alguien iba a hacer una gran película sobre su amigo, ellos querían estar en ella y querían ser sinceros, pero todos lloramos. No hay una sola persona que no se haya sentido literalmente desconsolada cuando nos dejó».