El espectacular operativo fue transmitido en directo por los noticieros de Televisa y TV Azteca, dos de los canales más importantes de México. Una banda de secuestradores, liderada por el mexicano Israel Vallarta y por su pareja, la francesa Florence Cassez, quedó desbaratada y ambos fueron expuestos como trofeos ante las cámaras. La acción coordinada de las fuerzas especiales de la Agencia Federal de Investigación (AFI), que permitió la liberación de tres víctimas, fue celebrada en un país donde por entonces el secuestro era prácticamente una industria. Un punto a favor para el gobierno, un revés para los delincuentes y un mensaje de esperanza para la sociedad. Pero todo, en realidad, era un montaje.
Para entender al menos una parte de esta historia hay que remontarse al año 2000. Después de setenta años al mando del gobierno mexicano, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió las elecciones ante el Partido Acción Nacional (PAN). Con los secuestros a la orden del día, el nuevo presidente, Vicente Fox, se comprometió a resolver la situación con la creación de la AFI. Para el cargo nombró a Genaro García Luna, un hombre fuerte de los servicios de seguridad, ligado al espionaje local, que buscaba cambiar algunos procedimientos de la policía.
Para el 9 de diciembre de 2005, el día de la detención de Vallarta y Cassez, la AFI mexicana era elogiada internacionalmente y sus operaciones eran tomadas como ejemplo por otros países. Sin embargo, la serie documental El caso Cassez-Vallarta: una novela criminalrescata del archivo de los noticieros imágenes perturbadoras y poco frecuentes que revelarán que nada era como parecía.
Minutos después de ser detenido, Vallarta es obligado por la AFI a hablar frente a las cámaras. Lo hace visiblemente golpeado y aturdido intentando responder las preguntas de los periodistas. En uno de los planos, se destaca un hombre presionando su cuello para que cuidara cada una de sus palabras. Aunque está claro que habla bajo presión, a ninguno de los periodistas presentes parece sorprenderle una escena tan violenta. Detrás de ellos, rodeada de armas que más tarde sabremos que fueron plantadas por la policía, se ve a Cassez cubierta con una sábana blanca: «No tengo nada que ver, yo no sabía nada».
«Era un momento donde la sociedad estaba brutalmente agraviada por los secuestros», recuerda el periodista Carlos Loret de Mola, encargado de aquella cobertura para Televisa. «Fue una terrible omisión», reconoce ahora, cuando le preguntan por la tortura en vivo y en directo en la serie dirigida por el cineasta Gerardo Naranjo. Pero la detención televisada de los supuestos secuestradores es apenas el primer disparador del caso judicial más controvertido de los últimos veinte años en México.
La segunda mitad de El caso Cassez-Vallarta: una novela criminal está centrada en la crisis diplomática entre México y Francia por las negociaciones para conseguir la libertad de Florence Cassez. El ex presidente Nicolas Sarkozy primero y su sucesor Francois Hollande después encabezaron los pedidos antes sus pares mexicanos Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto a lo largo de siete años hasta conseguir un fallo favorable. Vallarta tuvo menos suerte. Permanece detenido sin sentencia desde hace 17 años.
«Si ahora nos preocupan tanto las noticias falsas, ahí estaba el germen, la primerafake news. Durante dos horas, los mexicanos vieron un montaje contra los presuntos secuestradores y contra las víctimas. El policía que llevó la investigación fue ascendido y solo un periodista fue despedido. Es inaudito», recordó Volpi.
Trailer de El caso Cassez-Vallarta: Una novela criminal, de Gerardo Naranjo
