Una historia de terror que empezó en internet

28/08/2021 actooalizame@gmail.com

Una historia de terror que empezó en internet

Beware the Slenderman

En la jungla de los documentales policiales, Beware the Slenderman ocupa un lugar incómodo: en esta película no hay asaltantes ni asesinos en serie, sino dos adolescentes de 12 años acusadas por intentar matar a una amiga siguiendo las órdenes de un extraño sujeto, alto y sin rostro, al que habían conocido por internet y llamaban Slenderman.

La mañana del 13 de mayo de 2014, Anissa Weir y Morgan Weyser llevaron a Payton Leutner a un parque del condado de Waukesha, en el estado de Wisconsin, en los Estados Unidos y la apuñalaron 19 veces. Milagrosamente, Payton salvó su vida. Desde entonces, y a lo largo de varios meses, el caso de Anissa y Morgan ocupó la primera plana de los diarios, que no salían del horror en su búsqueda por establecer quién era Slenderman. «Un ‘coco’ alto y ficticio presente en internet», «Un demonio sin cara que los padres no conocen», titularon los noticieros.

«Como no tiene cara, es callado y no habla con palabras, puede tener muchas interpretaciones y estar abierto a muchas posibilidades y proyecciones”, dice en el documental el investigador Trevor Blank. «Slenderman agrupa simbólicamente los tipos de miedos que hemos tenido durante años y los une, los hace maleables».

La película de la directora estadounidense Irene Taylor Brodsky se aproxima al caso con entrevistas a investigadores, médicos y testigos y, sobre todo, con los testimonios de los padres de las jóvenes, dos familias en apariencia «normales» (¿Qué sería «normal»? ¿Qué familia es «normal»? ), que no salen del estupor y buscan todo el tiempo señales que pudieran haber prevenido este desenlace.

Al drama general de la historia se suma el sistema judicial estadounidense: pese a no llegar a la mayoría de edad, Anissa y Morgan corren el riesgo de ser juzgadas como adultas y afrontar una condena de 65 años de prisión por tentativa de homicidio.

Trailer de Beware the Slenderman, de Irene Taylor Brodsky