Una banda de chicas
La ópera prima de la directora y ex bajista de la banda Yilet, Marilina Giménez, sigue la trayectoria de una docena de grupos y solistas compuestos íntegramente por mujeres, emergentes de un fenómeno históricamente relegado al mundo del under de Buenos Aires y sus alrededores.
She Devils, Kumbia Queers, Liers, Ibiza Pareo y Las Kellies aparecen en el documental entre las 500 bandas de mujeres que circulan en la escena musical argentina y que fueron punta de lanza para romper distintos estereotipos: «Si no hay más mujeres en el mundo de la música tiene que ver con una cuestión cultural, porque a una mujer se le enseña y se espera de ella que sea otra cosa; se le enseña básicamente a postergarse», dice Romina Bernardo, líder de Chocolate Remix.
Estrenado en 2018 en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, mientras sigue los shows de los grupos Una banda de chicas deja al descubierto los obstáculos que deben sortear para conseguir espacios en un universo dominado por hombres y el modo en que se condena ese empoderamiento femenino: «Hay todo un sistema solar donde hay grandes astros luminosos, idolatrados y geniales. A veces, en torno a estos astros, hay unos pequeños satélites que son las mujeres -en su mayoría musas, a veces coristas- pero en este sistema solar no hay astros mujeres», apunta Paula Maffia, líder de Las taradas.
Diez años antes de saber que armaría este documental, Giménez comenzó a registrar distintas presentaciones de Yilet, el grupo que integró durante cuatro años junto a Marina La Grasta y Ani Castoldi: «A mí me molestaba que a cualquier persona a la que le dijera que tenía una banda me contestara: ‘Ah, hacen punk’. No me gustaba que la ligazón fuera siempre con el punk o riot o el género melódico”, recuerda. “Lo que me interesaba mostrar en este documental era que no somos sólo eso: hay chicas haciendo rap, reggaeton, cumbia, hard rock, pop, electro pop, música electrónica. Yo sabía que todo eso existía entonces quería romper el estereotipo que se nos adjudicaba sólo por leernos mujeres”.
A propósito de la proyección en el ciclo Invierno independiente del Centro Cultural Morán, esta semana hablé con Marilina Giménez sobre los inicios de Una banda de chicas.
1. La película comienza con imágenes de archivo de Yilet. ¿El final de la banda fue el comienzo del documental o ya tenías en mente este proyecto?
Cuando estaba en Yilet tocando el bajo queríamos tener mejores fechas. El hecho de no conseguirlas y de que en general nos agruparan con otras bandas de chicas es un poco lo que da el pie para hacer el documental. Por un lado, la sorpresa ver que había un montón de bandas que nadie conocía y por el otro qué pasa que nos agrupan. ¿Es un género en sí ser una banda de chicas? Primero empecé a grabar los shows de Yilet porque quería saber cómo eran nuestras performances, ver cómo tocábamos. A veces llevaba un trípode y dejaba una cámara fija, a veces le pedía a alguien que nos filmara. A partir de ahí empiezo a grabar a las otras bandas que nos acompañaban en las fechas y empiezo a generar este archivo que investigando en internet me daba cuenta de que era inexistente. No estábamos ni en YouTube, ni en los canales de música, ni en las radios. No estaba registrada esa escena. En ese momento no tenía tan claro si quería hacer una serie o una película. Todos esos años grababa de vez en cuando, pero la conciencia de hacer una película fue en 2015 cuando me lo propongo como algo en serio.
En un primer momento, antes de circunscribir Una banda de chicas a la escena musical argentina, querías contar qué ocurría con las bandas de mujeres en Latinoamérica. ¿Cómo trabajaste el recorte que finalmente quedó en la película?
En esa falta, cuando me doy cuenta que no hay material ni una película hecha, me propongo grabar a todas las chicas de Latinoamérica. Cuando empecé a hacerlo, al ver que era una tarea imposible empezaron los recortes. De Latinoamérica llegué a grabar a Javiera Mena y Marineros. Por un tiempo largo sostuve que iba a grabar de Latinoamérica y después empecé a bajar, sobre todo cuando presenté el proyecto en el INCAA. Cuando empiezo a tomar conciencia de lo que es un presupuesto y de los tiempos en los que se va ejecutando, empezaron este tipo de recortes. Tenía un primer guión escrito y después aparecieron distintos tipos de situaciones que te hacen escribir y reescribir. En un momento quería hacer algo de historicidad, de contar del inicio de la democracia en adelante, porque no hay nada contado. Hay un montón de posibles temas para abordar dentro de mujeres, lesbianas y trans en la música en el under.
Hay casos de mujeres líderes de bandas pero muy pocos casos, por fuera del under, de bandas completas integradas por mujeres en nuestro país, pero también ocurre en otras partes del mundo…
Básicamente por cómo está estructurado el mundo donde las mujeres, las lesbianas, les trans y las minorías tienen ese lugar en los márgenes. No quiero decir el machismo, porque es mucho más que el machismo: es toda la estructura de cómo se articula el poder.