Caras cubiertas por barbijos, autopistas cerradas al tránsito, hospitales desbordados y sirenas sonando a toda hora. El escenario apocalíptico de la pandemia de COVID-19 que el mundo conoció a finales de 2019 fue una experiencia única y dolorosa. Todavía hoy, cuando se cumplen tres años del inicio del aislamiento preventivo, cuesta hacer lecturas más o menos consistentes frente a tanto desconcierto.
Como en Apuntes desde el encierro, el excelente documental de Franca González grabado durante los primeros siete meses del confinamiento, El futuro, del director Ulises Rosell, deja un registro histórico dividido por episodios de los efectos inmediatos que tuvo la pandemia en distintos puntos del país. Un documento para tomar una dimensión de lo que representó el virus y un archivo de gran calidad sobre lo ocurrido.
Con la intención de llevar adelante un registro federal, que logra con creces, Rosell recorrió la ciudad de Buenos Aires con trabajadores de la salud, visitó un cementerio junto al canal de Beagle en Tierra del Fuego y viajó a zonas de Salta, pobladas por comunidades aborígenes, para conocer su realidad justo cuando el COVID-19 avanzaba sin freno por todas partes. En el segundo episodio, uno de los grandes hallazgos del documental, el realizador pasa unos días junto a un grupo de personas en situación de calle.
«Eso comenzó de una manera particular. Tengo un hijo con autismo y cuando habilitaron los permisos para salir un rato para aquellas personas dentro del espectro aprovechábamos y salíamos a andar en bicicleta. En una de esas salidas, volviendo desde Aeroparque, vemos que debajo del puente de Salguero hay una fila de colchones, con tipos tapados hasta el cuello mirando la tele y escuchando con un equipo de audio increíble, magnificado por la acústica que ofrecía el lugar», contó Rosell. «Estaban viendo una película. Unos maestros: se habían armado un microcine. Paré, les dije algo y enseguida me dijeron quedate, quedate. Unas semanas después pasé por ahí de nuevo y ahí surgió la idea de filmarlos, después de una jornada en la que nos habíamos estrellado con todos los no del mundo. Nos tiramos un lance, fuimos y los filmamos charlando«.
El documental, que fue una iniciativa de la Fundación Bunge & Born, se filmó entre julio de 2020 y diciembre de 2021, con un equipo fijo de cuatro personas y desde el 1 de abril se puede ver gratis por un mes en la web de DAC. A propósito de este lanzamiento, esta semana hablé con Ulises Rosell, director de El futuro, sobre cómo fue trabajar durante la pandemia y sobre la idea que guió el proyecto: dejar un registro para pensar el futuro.
El origen: «La Fundación Bunge & Born me contactó por medio de la Universidad del Cine para coproducir algún tipo de registro pandémico. En ese momento yo pensaba que había que empezar a filmar algo de inmediato. Les decía que no podíamos darnos el lujo de esperar a que se nos ocurriera una película. Entonces lo que les propuse fue hacer una película en episodios. En vez de sentarme a pensar ideas, prefiero salir con una cámara, hacer diez jornadas y hacerles una propuesta. Con los equipos de la Universidad del Cine, que obviamente estaban parados hacía meses, y un equipo mínimo de cuatro personas, empezamos a salir a la calle. La idea era estar justamente donde no se podía estar. Ellos de entrada tenían algunos ejes muy difusos sobre tener un registro de todo el país, pero en ese momento sólo nos podíamos mover por acá. Empezamos por Capital Federal con cosas generales, como las calles vacías y en las puertas de las estaciones de Constitución y de Retiro, los dos nodos de circulación de gente que parecían escenarios de una guerra. Después salimos al Conurbano: pasar la General Paz era como cruzar una frontera».
El rodaje: «A mí me dieron libertad creativa para hacer la película. Nosotros lo único que propusimos fue un eje temático y la idea de contar el país. La zona que conozco, que laburé y que me interesa muchísimo, está en el norte. Tenía ganas de ver a John Palmer (N. del E.: protagonista de su documental El etnógrafo, estrenado en 2012), saber qué opinaba de todo esto. Al principio fue difícil contactarlo por celular y por email, pero fue súper movilizante ir hasta Tartagal, encontrarme con la gente que había filmado la película y con otra gente que había filmado cuando grabé para Canal Encuentro todo el tema de pueblos originarios. Cada vez que fui a este lugar parece que no pasa nada durante días y en un momento sucede de todo. En estas comunidades hay algo como filosófico que a mí me vuela la cabeza y es que realmente viven de otra forma la muerte».
Los materiales: «Hice un registro bastante más amplio de lo que se ve en la película. Para mí esto funciona también en otros formatos. Filmé mucho de las acciones del Estado en el Ministerio de Salud y en el Centro de Control de la Ciudad de Buenos Aires. También campañas como el Plan Detectar en las villas de emergencia. Es realmente increíble. Pero en un momento a la película la tenés que editar y dejar cosas afuera. Es algo a lo que quiero volver, darle algún formato de episodios y rescatar lo que quedó afuera para que de alguna forma circule».