Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, distintos documentales intentaron reflejar la sorpresa ante lo desconocido. Por citar algunos ejemplos, en The Last Cruise un crucero de lujo con más de cuatro mil personas queda varado cuando se detectan los primeros contagios. La situación es desesperante: es enero de 2020 y nadie sabe todavía cómo se propaga ni cuál es el alcance del nuevo virus. En In the Same Breath, por su lado, se revela el sistema de control implementado por China para que no se filtre información sensible en pleno brote y se analiza la despreocupación de la gestión de Donald Trump para contener la crisis sanitaria en Estados Unidos.
En Apuntes desde el encierro, la última película de la cineasta argentina Franca González, el enfoque es diferente. No se habla de un virus ni de una pandemia, pero sí se registran los efectos de la situación extraordinaria que presentó el aislamiento preventivo, especialmente en Argentina. La directora de Al fin del mundo reúne materiales propios y ajenos grabados durante los primeros siete meses del confinamiento más estricto para armar un ensayo documental sobre la soledad y sobre un mundo que, de repente, se volvió irreconocible.
«Intento nuevas rutinas, reprogramo encuentros»; «Nunca antes tuve tanto tiempo para mirar», dice la voz en off de González. A diferencia de sus trabajos anteriores, donde los personajes podían estar en un pequeño pueblo bonaerense o en el extremo sur del país, en Apuntes desde el encierro los protagonistas son amigos repartidos en distintos partes del mundo que aparecen a través de mensajes de audio o en videos caseros. El propio departamento de la directora y los vecinos de los edificios cercanos se convierten en actores involuntarios de la historia.
Franca González fue reconocida en 2021 con el Premio Konex como una de las cinco directoras más destacadas de la última década en el rubro documental. En una entrevista con Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), que se puede ver completa por acá, habló del proceso de montaje de su nuevo documental y de cómo fue transitar los meses más duros de aislamiento.
El origen: «Surgió al calor de la cuarentena más estricta. Ante la desesperación de quedarnos encerrados, se me ocurrió que estaba bueno hacer una especie de red entre amigos y personas que vivían afuera para recopilar material de cómo era el encierro de cada uno de ellos en diferentes partes del planeta: en pueblitos más chiquitos, en el campo, en las ciudades. La gente empezó a enviar sus diferentes videos hechos con lo que cada uno tenía en su casa. Con eso fue construyendo no solamente los espacios anteriores sino también las ciudades vacías. No hay nada que conmueva más a la humanidad que una ciudad vacía. Es algo realmente inquietante».
La película: «No habla de la pandemia y no habla del COVID. La película habla de ese hecho extraordinario que hizo que cada uno tuviera que vivir como su propio encierro. Qué cosas se disparan en uno cuando eso cae de golpe y empezás a ver y escuchar cosas que nunca antes habías percibido. Hay hasta una actitud voyeur hacia tus vecinos. La película habla sobre el encierro y sobre cómo se nos trastocan los tiempos y las sensaciones, los miedos a volverse también medio loco, pero no se nombra en ningún momento a la enfermedad».
El ensayo documental: «Permite una escritura de diario. Arranca con esas emociones de los primeros días de la cuarentena donde todos teníamos ciertas expectativas de hacer cosas interesantes o cosas para las que nunca teníamos tiempo. Siguiendo esa evolución del agotamiento, de la imposibilidad de dormir. Hay un arco temporal hasta una cierta apertura absolutamente incierta. Empecé a filmar en marzo de 2020 y terminé con un primer armado de la película en diciembre de 2021. Se terminó concretamente en enero de 2022».