Telas, oficio y los secretos de un negocio familiar

10/07/2021 actooalizame@gmail.com

Telas, oficio y los secretos de un negocio familiar

Hombres de oficio, negocio familiar

Novias, Madrinas, 15 años 

Novias, Madrinas, 15 años, el primer documental producido y dirigido por los hermanos Diego y Pablo Levy, se interna en el día a día de Kreal, la sedería que Elías El Negro Levy, padre de los realizadores, administra en el barrio porteño de Once desde hace 40 años.

Gruñón de pocas palabras casi siempre pendiente de la economía y el funcionamiento del local, la imagen de Levy padre se va construyendo poco a poco a partir de los testimonios de Alberto, Antonio, Ricardo, Pablo y Andrés, un grupo de empleados con entre 20 y 30 años de antigüedad.

Aunque la acción se desarrolla centralmente en los pocos metros cuadrados que tiene la sedería, el barrio de Once funciona también como un personaje extra. Zona de negocios con infinidad de rubros, el documental revela los secretos de un oficio en extinción donde estos experimentados vendedores despliegan sus mejores armas para conquistar a clientas -en su mayoría son mujeres- exigentes y muchas veces indecisas.

«Un vendedor mediocre puede cambiar, uno bueno puede pulirse pero a un vendedor malo nadie lo acepta», sentencia Pablo. «Crear una venta es hermoso. El cliente entra pero nunca sabés si viene a comprar», agrega Ricardo. «Hay clientes que los encontrás con gusto y hay otros que te resulta más difícil atenderlos», apunta Antonio. «Yo cuando sé que no vienen a comprar no los entiendo», cierra El Negro.

A 10 años del estreno de la película, ganadora del Premio del Público en BAFICI 2011, hablé con Diego Levy sobre los inicios del proyecto y sobre Cosano, el documental que en parte continúa el camino iniciado en Novias, Madrinas y 15 años.

1. En primer lugar, ¿cómo hicieron para convencer a tu papá de contar esta historia?

En realidad nunca hubo una propuesta formal hacia mi viejo. Cuando empezamos a filmar no teníamos tampoco muy claro lo que queríamos hacer, ni siquiera sabíamos que eso se iba a convertir en una película. Simplemente nos dieron ganas de ir a filmar ese espacio, así que no hubo muchas explicaciones. Caímos un día con las cámaras y lo primero que hicimos fue entrevistar a los cinco personajes. Les decíamos que estábamos haciendo una especie de experimento audiovisual y que bajaran al sótano con su tela favorita; la colgabamos de fondo y ahí los entrevistabamos. Pero nunca hubo plena conciencia durante el rodaje de que eso se iba a convertir en una película.

2. La sedería funciona dentro de un pequeño local. ¿Fue difícil organizar las jornadas de grabación para no convertirse en un estorbo de clientes y vendedores?

Sí, es un negocio pequeño, pero nosotros no filmamos los documentales con un gran equipo de gente. No hay iluminadores, ni sonidistas, ni productores, ni gente dando vueltas: somos uno de los dos con la cámara, que es una réflex. Así que nuestra presencia pasó muy inadvertida, sobre todo con los empleados que nos conocen de chiquitos y con los clientes también. Después de tantos días de ir a filmar eso pasa naturalmente, de alguna manera uno se va haciendo invisible.

3. En un momento del documental Andrés, uno de los empleados, señala como un “fracaso” el hecho de que ni vos ni tu hermano hayan continuado con la tradición del negocio familiar y, en cambio, hayan elegido otro camino. Sin embargo, desde ese “otro” lugar pueden rescatar la vida diaria del emprendimiento familiar. ¿Qué pensás al respecto?

El negocio para nosotros siempre fue un espacio de encuentro con mi viejo. Mi viejo pasó gran parte de su vida ahí y sigue estando y nuestros encuentros con él eran ahí. Ir a ver a mi viejo era verlo en el negocio. Ninguno quiso seguir sus pasos, ninguno quiso seguir en el negocio. Era algo un poco rupturista, sobre todo en el Once donde en general los hijos siguen el camino de los padres y toman la manija del negocio, en cambio nosotros no. Fundamentalmente porque trabajar con mi viejo era muy difícil. Yo trabajé un tiempo y mis hermanos también, pero siempre era muy conflictivo. En algún momento él lo vivió como un fracaso, como dice Andrés. Para nosotros, de alguna manera, el documental es como reconciliarnos con mi viejo: ninguno quiso laburar con vos en el negocio, pero te hicimos esta película.

4. Tu papá es el último que aparece como entrevistado, pero a la largo de la película a partir de los empleados se va construyendo una imagen suya «villano» querible. ¿Cómo trabajaron ese equilibrio?

Siempre pensamos que mi viejo era el último que tenía que aparecer y trabajamos en la construcción del malo. Cada uno era como una especie de personaje particular de ficción, cada uno era un héroe distinto con distintos poderes, y mi viejo era el más difícil. Nos costó. De hecho, cuando le mostramos el primer corte nos dijo “che, sálvenme”, porque había unas partes que eran directamente impublicables y lo dejaban muy mal parado, así que lo fuimos manejando con la edición.

5. Cosano, el documental que siguió a Novias…, también se mete en el mundo de la confección y las clientas exigentes. ¿Cómo surgió ese proyecto?

Después de Novias, Madrinas, 15 años hicimos Masterplan (N. del R.: ficción protagonizada por Alan Sabbagh) y después nos quedamos con ganas de hacer otro documental que, por otro lado, nos resultaba sencillo a nivel guita y estructura. Lo podíamos filmar y editar nosotros como hicimos con Novias… y se nos ocurrió contar qué pasaba con las telas después de que salían del negocio. Hablamos con (Claudio, diseñador de moda) Cosano, que era cliente de mi viejo, le contamos la idea y ahí nos pusimos a laburar. Había una idea inicial que no la pudimos llevar a cabo que era hacer una trilogía de películas: Novias…, Cosano y la tercera teníamos ganas de hacer un casamiento, que está pendiente. Tal vez algún día la hagamos.

Trailer de Novias, Madrinas, 15 años, de Diego y Pablo Levy