Santoalla
Corría el año 1998 cuando Martin Verfondern y Margo Pool decidieron vender sus casas en Ámsterdam y comenzar una nueva vida lejos de la ciudad. El viaje, que duraría poco más de dos años, los llevaría a conocer diferentes países europeos y los depositaría en un paraje montañoso llamado Santoalla, en Galicia.
En este lugar semi abandonado y casi en ruinas, ubicado a 460 kilómetros de Madrid, vivían Manolo y Jovita y sus hijos Carlos y Julio, los Rodríguez, una suerte de «dueños» del pueblo que permanecían allí desde antes de que Santoalla sufriera, como otras partes de la región, un éxodo que despobló progresivamente las zonas rurales.
El lugar era para Martin y Margo una oportunidad perfecta para conectar con la naturaleza: tierra fértil para sembrar su quinta y criar sus cabras. Martin soñaba con un «centro ecológico» que incluyera una especie de escuela para aprender distintas manualidades y un mini-camping con animales: «Más o menos como el Arca de Noé».
Pero este sueño pronto se convirtió en pesadilla cuando los Rodríguez comenzaron a resistir, de distintas maneras, la presencia de los nuevos vecinos: pasaron de oponerse a cuestiones menores (les prohibieron poner un molino) a asuntos mayores (rechazaban de plano la posibilidad de que Martin se convirtiera en un comunero del lugar). Las tensiones entre ambas familias, muy bien administradas por Andrew Becker y Daniel Mehrer en el documental, registran diferentes picos entre 1998 y 2010 cuando Martin demanda a sus vecinos para obtener el permiso y se desata el verdadero drama de la historia.
Un tribunal español hace lugar a su reclamo y apenas tres meses después, sin mediar nuevos conflictos, Martin desaparece con su Chevrolet Blazer sin dejar rastros. La posición de «comunero de los montes del pueblo» era muy codiciaba: significaba compartir las ganancias generadas por las empresas madereras que explotaban el bosque de Santoalla. ¿Por qué se iría del lugar cuando finalmente había conseguido lo que más quería en los últimos años?
Definido por la crítica como un «documental de terror rural» Santoalla es la síntesis de una premisa conocida pero no por eso menos pavorosa: pueblo chico, infierno grande.