En la última edición de BAFICI vi Zodiac Killer Project, un documental del crítico y ensayista británico Charlie Shackleton que funciona como una especie de no-película o película inconclusa. A partir de su propio proyecto sobre el Asesino del Zodiaco, el criminal que aterrorizó a California en la década del ‘60 y nunca pudo ser atrapado, Shackleton hace una doble operación. Por un lado, cuenta por qué no pudo avanzar con su trabajo y en simultáneo explora, con mucha gracia, el universo de los true crime. En esa disección, por momentos disparatada y por momentos demasiado canchera, el cineasta se burla de los lugares comunes y los golpes de efecto cada vez más reiterados en los documentales sobre casos reales.
Pensaba en Zodiac Killer Project, sin embargo, para rescatar La funeraria: dinero y cenizas. La reciente docuserie de HBO cae inevitablemente en algunos de los recursos típicos de los true crime, pero su historia es tan potente y estremecedora que sus tres episodios merecen atención. David Sconce, el dueño de una reconocida funeraria de Pasadena, en el estado de California, queda envuelto en un escándalo cuando se descubre que organizaba cremaciones múltiples para duplicar sus ganancias. La funeraria Lamb, fundada a comienzos de los años ‘30 por su abuelo, fue la plataforma de Sconce para pensar en la muerte como un negocio rentable.
La serie descubre a un personaje siniestro, pero también encuentra en su búsqueda datos inquietantes sobre las funerarias estadounidenses de la época. Recuerda casos similares a los Sconce en estados como Vermont, Tennessee y Texas. «Esto no significa que la industria funeraria sea particularmente vulnerable a atraer a las proverbiales manzanas podridas», aseguró el director Joshua Rofé. «La gente hace cosas jodidas en los negocios en nombre del dinero, pero en lo que respecta al negocio de la muerte, se vuelve un poco más grotesco«, apuntó.
El realizador consiguió una entrevista con Sconce que, lejos de demostrar algún remordimiento, admite en distintas oportunidades que era natural «mezclar» cenizas de diferentes cuerpos después de una cremación.
La funeraria: dinero y cenizas (o The Mortician, su título original) administra muy bien cada una de sus escabrosas revelaciones. Al tratamiento deshonroso de los cuerpos, se suman la malversación de fondos de cuentas funerarias y la remoción y venta ilegal de tejidos corporales, delitos por los que el protagonista de la historia terminó en prisión.
Según pudieron conocer los investigadores, para maximizar sus ganancias Sconce robaba ropa, anillos y hasta los órganos de los cuerpos. «Todavía no puedo creer algunas de las cosas que dijo ante cámara», contó el cineasta. «Si se sorprenden al verlo, entiendan que yo me sorprendí al escucharlo en persona», explicó