La cruda realidad de las visitas a las cárceles

11/06/2022 actooalizame@gmail.com

La cruda realidad de las visitas a las cárceles

Esta película del director de Parador Retiro acompaña durante un año a un grupo de mujeres en sus visitas a familiares en el penal de Sierra Chica, en el partido bonaerense de Olavarría.

Este notable documental de Jorge Leandro Colás, director de Parador Retiro, acompaña durante un año a un grupo de mujeres en sus visitas a familiares en el penal de Sierra Chica, en el partido bonaerense de Olavarría. Cada fin de semana alrededor de 500 personas, en su mayoría mujeres, llegan a esta pequeña localidad para «la visita» a una de las unidades de máxima seguridad más pobladas de Argentina.

Como un observador silencioso, que sigue la escena a distancia, Colás centra su atención en dos espacios: la pensión de Bibi, esposa de uno de los detenidos, que decidió establecerse en el lugar después de muchos años de viajar regularmente a Sierra Chica, y el bar del Gallego, dueño de un almacén polirubro donde las y los visitantes pueden comprar alimentos, cargar sus celulares y dejar su equipaje.

La película adaptó el rodaje a los tiempos y las características particulares del lugar: «Como las visitas familiares ocurren durante los fines de semana, viajábamos desde el viernes a la noche hasta el domingo a la tarde. De esta forma, nos acoplábamos al circuito que hacen quienes visitan a sus familiares. Comenzamos a hacerlo de manera periódica, un par de fines de semana por mes, a medida que podíamos y que conseguíamos la financiación para poder realizar el proyecto», me dijo el director en una entrevista que puede leerse completa al final de esta entrega.

«Me encantaría pasar por un penal de mujeres y ver si hay tanta cantidad de hombres sufriendo», dicen dos mujeres en una madrugada helada camino al penal. La historia de este documental tiene varios puntos de contacto con Las visitantes, un informe publicado a mediados de mayo por el diario La Capital que reveló que nueve de cada diez visitas a los penales de Santa Fe son de mujeres. La investigación, a cargo de las periodistas Carina BazzoniMaría Laura Cicerchia Celina Mutti Lovera, rescató un tema invisibilizado sobre quienes son las encargadas de acercar alimentos, gestionar trámites y mantener los vínculos con los familiares detenidos.

Esta semana hablé con Jorge Leandro Colás, director del documental La visita, sobre los orígenes del proyecto, las dificultades para grabar en las inmediaciones de Sierra Chica y la tensión permanente entre el pueblo y la cárcel que se remonta al sangriento motín de 1996 donde murieron ocho presos asesinados.

El origen: «El primer contacto con la temática del documental surge a partir de un artículo del diario La Nación que describía la microeconomía que se genera alrededor del Penal de Sierra Chica: bares, quioscos y pensiones que se dedican exclusivamente a «la visita». A partir de ese interés inicial, comenzamos a viajar a Sierra Chica y conocer el espacio y a los personajes que lo componen, tanto los locales como los visitantes. Poco a poco, el eje principal de lo que sería el documental se fue volcando a este grupo de mujeres que van construyendo lazos de contención y de solidaridad, buscando algo tan simple y complejo a la vez, que es reconstruir aunque sea por un rato el núcleo familiar dentro de un espacio tan hostil como el de un penal».

El vínculo con las entrevistadas: «Al principio debo reconocer que fue difícil. Era lógico el planteo que surgía en un primer momento de parte de ellas. ¿Quienes son ustedes? ¿Por qué quieren hacer una película con nosotras? ¿Desde qué lugar van a contar nuestras historias? En el caso de las chicas, claramente se trata de un grupo de personas que está atravesando una situación delicada y dolorosa, como la de tener a un ser querido cumpliendo una condena. A esto, se suma también la discriminación de parte del pueblo y la estigmatización de parte de los medios de comunicación, trátese de noticieros o series de ficción como El marginal que mostraba el impacto, el morbo y la espectacularización de la violencia carcelaria. Pero poco a poco, con el paso del tiempo, cuando entendieron nuestras razones, cuando nos vieron mojarnos bajo la lluvia junto a ellas, pasar horas y horas al rayo del sol en verano o ser perseguidos por la policía como lo son ellas, la cosa comenzó a funcionar, empezaron a confiar y nosotros de repente ya éramos parte del lugar. Bibi y el Gallego estuvieron siempre muy predispuestos, y se fueron transformando a lo largo del rodaje en pilares para la construcción del relato. Aún hoy seguimos en contacto con ellos».

El rodaje: «Desde que concebimos la historia, siempre la idea fue mantenernos por fuera del penal. Sentíamos que «el adentro» se había contado muchas veces desde el documental y desde la ficción. Entonces, por qué no cambiar el punto de vista y mirar desde los muros del penal hacia afuera. El Servicio Penitenciario no estaba muy contento con nuestra presencia. Nos «sugería» que no era beneficioso para nadie hacer esa película, ni para ellos, ni para las familias, ni para nosotros. La policía del lugar, suponemos que a instancias del Servicio Penitenciario, nos paraba, nos pedía documentos, nos tomaban los datos una y otra vez e incluso llegaron a cruzarnos un patrullero cuando estábamos haciendo planos del penal desde un camino secundario. Estuvimos meses allí y era bastante obvio que éramos nosotros quienes estábamos filmando. De hecho, todavía no pudimos mostrar el documental dentro del penal porque no nos autorizaron. Sí se logró hacerlo en otros penales como Devoto, Ezeiza, Ituzaingó o Viedma, pero en Sierra Chica fue imposible».

Tensión entre el pueblo y el penal: «Está muy latente. De hecho, Sierra Chica no tiene su fecha de aniversario, el pueblo nunca fue fundado sino que se fue generando alrededor y en función de las necesidades del penal, que sí tiene su fecha de inauguración. Hablamos mucho con la gente del lugar. Algunos nos contaban que prefieren directamente no acercarse a la zona del penal porque les hace mal. Otros nos planteaban que es muy triste que se asocie directamente a Sierra Chica con el motín del año 1996, cuando el pueblo es mucho más que ese evento trágico. También la gente joven nos daba una visión muy negativa, pero muchas veces hablando con ellos en profundidad nos terminaban contando que iban a estudiar para ser oficiales del Servicio Penitenciario, cosa que nos parecía bastante contradictoria, pero que también podíamos comprender».

Trailer de La visita, de Jorge Leandro Colás

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