Una desaparición misteriosa, una investigación sin rumbo y una serie de secretos guardados a lo largo de 40 años. El caso de Emanuela Orlandi, la adolescente de 15 años desaparecida en Ciudad del Vaticano en junio de 1983, volvió a ocupar esta semana un lugar en los medios de todo el mundo. El fiscal de la Santa Sede Alessandro Diddi anunció la reapertura de la investigación sobre su paradero con la promesa de revisar «todos los archivos, documentos, informes y testimonios» para «no dejar piedra sin remover».
La noticia coincidió con la repercusión internacional conseguida por La chica del Vaticano, la producción documental de cuatro episodios que estrenó Netflix, que ordena -con entrevistas, reconstrucciones y nuevos datos- las pistas alrededor de uno de los casos más misteriosos de la historia policial italiana. Emanuela era hija de Ercole Orlandi, empleado del Palacio Apostólico, la residencia oficial del Papa. Los Orlandi vivían en el interior de la Ciudad Estado y desarrollaban sus actividades dentro de las 44 hectáreas que tiene este pequeño territorio gestionado por la Iglesia Católica.
Emanuela desapareció luego de su clase semanal de flauta en la Escuela Tommaso Ludovico Da Victoria, cercana a la Santa Sede. Desde entonces, y a lo largo de las últimas cuatro décadas, diferentes versiones desviaron el curso de la investigación. La primera noticia sobre la adolescente llegó a través de una llamada anónima, días después de que se iniciara su búsqueda. Una voz al teléfono exigía la liberación de Mehmet Ali Agca, un ciudadano turco que había sido detenido por intentar asesinar al papa Juan Pablo II en 1981, a cambio de entregar a Emanuela. La pista pronto se desestimó.
En 2005, cuando se cumplieron 22 años de la desaparición de la adolescente, otra llamada anónima sugirió revisar quién estaba enterrado en la cripta de la Basílica de San Apolinar, una de las iglesias del Vaticano. «Nadie puede ser enterrado allí a menos que tengas un permiso especial o que hayas hecho un favor al Vaticano«, recuerda la abogada Laura Sgrò, representante de la familia Orlandi. Descubrieron que en el lugar estaban los restos de Enrico de Pedis, un ex capo de la mafia en la Banda de la Magliana. ¿Qué hacía ahí? ¿Qué clase de favor había hecho? El hallazgo sirvió para llegar a su ex pareja Sabrina Minardi. En el caso hay múltiples versiones y desvíos, pero el testimonio de Minardi «es uno de los más importantes de la causa judicial», según Andrea Purgatori, ex periodista del Corriere Della Sera. La mujer indicó que su ex pareja había secuestrado a la joven en «un juego de poder» con el Vaticano.
Cada episodio de la serie presenta distintas líneas de investigación que se vinculan directa o indirectamente con el caso Orlandi. Se habla del misterioso asesinato del banquero Roberto Calvi, ex presidente del Banco Ambrosiano y principal financista del Vaticano, en 1982. Un crimen que contextualiza la lucha por el poder y el dinero oculto de la Santa Sede. También aparece frente a cámara, pero con su rostro cubierto, Marco Acetti, el delincuente que intentó sacar rédito del caso con una versión falsa.
Durante los últimos dos capítulos, el documental sigue la difusión de un documento sobre supuestos gastos ocultos destinados a sostener a Emanuela Orlandi en un lugar secreto en Londres, Reino Unido. Pero el testimonio que probablemente sirva para conectar todas las versiones aparece sobre el final. Una amiga de Emanuela, que pidió no dar su nombre ni mostrar su rostro, contó que días antes de su desaparición la adolescente le dijo haber sido víctima del acoso de un hombre cercano al papa Juan Pablo II en uno de los jardines interiores del Vaticano.
«Quiero andar con cuidado, pero el hecho de que la autoridad vaticana haya abierto una investigación es una buena noticia para mí», aseguró esta semana Pietro Orlandi, hermano de Emanuela, tras conocerse la noticia de la reapertura del caso