«El editor del diario más vendido de Alemania me lo explicó bien. Hay tres temas que venden: Adolf Hitler, la reunificación alemana y Boris Becker«, dice el tenista alemán sobre su presencia ininterrumpida en los medios de su país. Durante los últimos 35 años, Becker fue noticia por sus logros deportivos, sus escándalos públicos y sus problemas financieros: «Toqué fondo. Lo enfrentaré, no voy a esconderme ni saldré corriendo«.
En la serie documental Boom! Boom! The World vs. Boris Becker, estrenada en el Festival de Berlín a comienzos de este año y disponible ahora en AppleTV+, el director Alex Gibney traza un perfil del ex tenista tricampeón del torneo de Wimbledon que terminó en bancarrota. Primer punto a favor: el realizador, un especialista a la hora de diseccionar personajes, no construye una biografía autorizada. Por el contrario, como en Citizen K, el documental sobre el oligarca ruso Mijail Jodorkovski, Gibney hace repreguntas y explora las contradicciones de Becker.
El ex tenista fue entrevistado en distintos momentos de 2019 y en 2022, tres días antes de ser condenado por evasión fiscal por un tribunal de Londres, en Inglaterra. Esos encuentros guían el relato en dos episodios ordenados cronológicamente. En el primero, titulado Triunfo, se repasan sus inicios. Becker ganó su primer torneo de Wimbledon con apenas 17 años, en 1985. Desde entonces encabezó el podio de los mejores tenistas del mundo durante una década. «Mi juego era fuerte. La estrategia no era complicada, sabía que era fuerte y subyugaba a mi rival: con el tiempo él se cansaba y yo no», recuerda.
Sus primeros pasos en el tenis profesional fueron de la mano del entrenador rumano Ion Tiriac, encargado de promocionar su imagen y negociar sus contratos, tal como señala ante las camaras de Gibney: «Le enseñé a no usar tarjeta de crédito y a no llevar efectivo porque la gente a su alrededor se podía aprovechar de él». Por entonces, Tiriac también era manager del tenista argentino Guillermo Vilas, con quien Becker llegó a practicar para un entrenamiento público. «Vilas no tenía nada de talento, pero hacía un esfuerzo enorme. En perspectiva, fue el mejor jugador de todos los tiempos. Boris Becker, en esa época, hacía lo que debía hacer», recuerda Tiriac.
La serie combina entrevistas exclusivas con archivos de distintas presentaciones de Becker en televisión. Aparecen sus archirrivales John McEnroe y Michael Stich y en una segunda instancia, aunque sólo a través de viejas grabaciones, Pete Sampras y Andre Agassi. De hecho, al mirar esas escenas recordé varios momentos ya reconstruidos por el propio Agassi en Open, su notable libro de memorias donde habla sobre su vida como tenista profesional.
En el segundo episodio, titulado Desastre, Gibney intenta explicar la parte más aburrida. Entre otras, las triangulaciones en distintos paraísos fiscales y las sociedades de Becker a cambio de publicidad con empresarios bastante turbios. Aunque no conviene anticipar mucho más, aparece la idea de cómo sostener una vida acomodada, llena de privilegios como la que llevaba el alemán en actividad, una vez retirado del mundo del tenis. También es interesante en este tramo de la serie la edición de algunos de sus partidos más importantes contra Sampras y Agassi, por ejemplo.
«En mi vida -dice Becker- cuando sopla el viento siempre se desata un tornado«.