Fuocoammare
Desde comienzos de la década del noventa cerca de 400 mil inmigrantes, en su mayoría provenientes de África, desembarcaron en la isla de Lampedusa, en el sur de Italia. En un intento desesperado por llegar a Europa se calcula que al menos unas 15 mil personas murieron al cruzar el estrecho de Sicilia.
Sobre esta dramática estadística, que crece todos los años desde entonces, se apoya el cineasta Gianfranco Rosi para comenzar Fuocoammare, un excelente documental que aborda la crisis de los refugiados en esta zona frente al Mar Mediterráneo. «Quise convertir la isla en un elemento en sí mismo porque es así: hay una separación real entre la vida cotidiana de la gente y el mundo de los inmigrantes», contó el cineasta en una entrevista con Cine Europa.
Grabada a fines de 2014, la película presenta las historias de algunos pobladores pero sigue principalmente a uno de ellos, Samuele Caruana, un chico de 12 años que vive en la isla junto a su padre y su abuela: «Cuando empezamos con el montaje sabía que el elemento clave era la historia de Samuele, que en su ‘ojo perezoso’ (N. del R.: Rosi lo acompaña al oculista cuando recibe este diagnóstico) había una metáfora de la mirada perezosa que los occidentales tienen con los inmigrantes. En relación a mis anteriores películas, aquí hay un arco narrativo más largo: vemos cómo un personaje atraviesa diferentes fases, y los cambios de Samuele también fueron los míos a la hora de retratar Lampedusa».
El director pasó un año completo en Lampedusa para la realización de Fuocoammare, una película que también es un llamado de atención sobre el principal drama humanitario del siglo XXI que los gobiernos -especialmente los europeos- siguen sin poder contener. «En este barco había 840 personas», dice Pietro Bartolo, un médico de la isla encargado de atender a los refugiados, mientras mira la foto de una precaria embarcación en la pantalla de su computadora. «Estos eran los de ‘primera clase’ y pagaban 1500 euros. Estos eran los de ‘segunda’, aquí en el medio, que pagaban mil. Y ahí, en la bodega, estaban los de ‘tercera’ que pagaban 800. Cuando los vi en tierra estaban muy mal: centenares de mujeres y niños navegando durante siete días deshidratados, malnutridos, exhaustos».
Provenientes de Siria, Costa de Marfil, Eritrea y Nigeria, los inmigrantes son rescatados en pleno naufragio -Rosi pasó 40 días en el mar para grabar algunas de las escenas- y son trasladados a centros especiales, una suerte de limbo donde reciben atención médica y alimentos mientras se regulariza su situación.
«Hay que decir que a lo largo de los años las modalidades de desembarco han cambiado mucho. Mucho antes de Mare Nostrum, Frontex, Triton, etc (N. del R.: se refiere a diferentes misiones humanitarias de salvataje en el mar) las embarcaciones llegaban directamente a la isla. Ahora la frontera ha cambiado de lugar. Las embarcaciones se interceptan en mar abierto. Así empezó una nueva fase para Lampedusa y se creó una distancia entre los isleños y los inmigrantes. Están el desembarco en el muelle, la acogida y el autobús que los lleva al centro pero ningún intercambio con los habitantes», analizó el documentalista.
Ganador del Oso de Oro en el Festival de Berlín en 2016 y destacado por conseguir como todo buen documental «exigir un lugar ante nuestros ojos», Fuocoammare puede verse gratis hasta el próximo martes 20 de julio en la web de la Sala Lugones en el marco del Encuentro con el nuevo cine italiano.
Estrenada en el Festival de Cannes hace apenas un mes, este conmovedor documental autobiográfico ya está disponible en Amazon Prime.