Esquirlas: a 25 años de la explosión de Río Tercero

28/04/2021 actooalizame@gmail.com

Esquirlas: a 25 años de la explosión de Río Tercero

Una memoria a 25 años de la explosión en Río Tercero

Esquirlas

El 3 noviembre de 1995, a las 8:55 de la mañana, explotó la Fábrica Militar de Río Tercero, en la provincia de Córdoba. Siete personas murieron y más de 300 resultaron heridas como consecuencia de tres estallidos simultáneos que convirtieron a las inmediaciones del lugar en un verdadero polvorín.

Veinticinco años después Natalia Garayalde, que por entonces tenía 12 años, vuelve a sus archivos familiares para reconstruir la memoria de este hecho traumático para su vida, la de su familia y para la ciudad a partir de las grabaciones caseras que registró junto a su papá y su hermano.

En Esquirlas, como su nombre lo indica, la directora reúne los fragmentos de la vida cotidiana previa a la voladura (los juegos frente a cámara con los hermanos, las fiestas familiares), el impacto de la explosión y su consecuente cobertura mediática y las secuelas que se acarrean desde entonces.

Antes de su estreno en el Festival Internacional de Cine Independiente de Cosquín (FICIC) hablé con Natalia sobre la memoria, los archivos familiares y cómo la esfera pública cruza íntimamente la privada.

1. Tu plan inicial era un documental sobre las explosiones pero, al menos al comienzo, no pensabas incluir el archivo de grabaciones familiares. ¿Cómo modificó ese material la estructura del primer guión?

Apenas encontré los videos familiares me rehusé a incorporarlos en el proyecto porque no quería hacer una película autorreferencial ni me entusiasmaba la idea de revisitar mil veces esos videos para editarlos. Las imágenes caseras fueron ocupando espacio en la línea de tiempo. Ahora es otra película. Ese registro sacudió por completo el proyecto inicial. La voz en off se volvió menos pretenciosa, los conceptos abstractos empezaron a dar espacio a los detalles y a la voz de la niña. Apareció la subtrama del sector químico de la Fábrica Militar, Atanor y Petroquímica (N.del R.: los tres principales focos de contaminación de la ciudad). La investigación periodística y la recopilación de testimonios pasó a ser un background para contar una historia pixelada.

2. ¿Cómo fue el proceso de organización de ese archivo?

Encontré los videos en un proceso de duelo familiar (N.del R.: se refiere a la muerte de su hermana). Mamá había guardado más de veinte casetes de cuando éramos chicos/as y los saqué del ropero cuando empezamos a extrañar a mi hermana. Empecé a mirarlos para buscar su imagen y me encontré con mi familia jugando entre los escombros.

3. Además del archivo familiar, la película tiene mucho archivo fílmico de los canales locales que permite mantener el registro de época. ¿Esa fue otra búsqueda para el documental?

Durante más de 10 años de investigación recopilé archivos históricos de canales de televisión, principalmente de Río Tercero y Córdoba. Además, vecinos/as me cedieron sus filmaciones caseras del día de las explosiones. Estoy infinitamente agradecida por estos aportes. El camarógrafo de Esquirlas es también de Río Tercero. Él tenía VHS con grabaciones de programas de televisión durante los noventa. A todo ese material se sumaron las cintas familiares.

4. La película está cruzada por dos esferas: la pública (el hecho histórico de la explosión) y la privada (cómo este hecho cruza tu propia historia familiar) ¿Qué fue lo más complicado al momento de trabajar con esas dos dimensiones?

Lo público y lo privado, lo político y lo personal, son dimensiones que están siempre cruzadas, ¿no? Una historia pequeña está atravesada por condiciones socioculturales. Por eso esta no es solo una película de mi familia, porque las vidas e incluso las muertes son hechos sociales.

Ahora bien, estéticamente hay diferencias entre las cintas familiares y los archivos fílmicos. La estrategia fue que ese límite fuera más difuso. No siempre fue posible pero intentamos usar fragmentos del archivo fílmico que tuviera errores o movimiento de cámara.

5. Es interesante ver cómo se va modificando la mirada -tu mirada- en las grabaciones caseras antes, durante y después de la explosión: del registro de la última fiesta de fin de año en 1994, en tiempos más felices, al desastre de noviembre de 1995…

En la película se muestra la transformación del vínculo de dos niñes, mi hermano y yo, con la cámara. El mismo artefacto que aparece como un electrodoméstico más, entre heladeras y lavarropas, se convierte en el dispositivo con el que se registra un hecho histórico. La mirada de les niñes se altera. Empiezan jugando con planos aberrantes y un día miran su casa destruida a través de la cámara. Después imitan a les periodistas que visitan por primera vez su ciudad. Y creo que hay otro punto de quiebre cuando se repite la tragedia con las segundas explosiones, que marca que ya no es un hecho extraordinario, incluso espectacular, sino una amenaza que puede repetirse. Allí es cuando decido dejar de filmar y mi hermano continúa haciendo un registro más sigiloso del mundo adulto, cuando espía a mis viejos y a mi mamá durmiendo o a mi abuela descompuesta. Mi necesidad de volver a filmar reaparece para guardar un recuerdo de mi hermana, porque esas imágenes eran todo lo que podía tener de ella. Vuelve el registro como una necesidad para recordar también la belleza.

Trailer de Esquirlas, de Natalia Garayalde