En Desde aquella oscuridad (Edhasa, 2000), una estremecedora investigación sobre el exterminio nazi en el campo de concentración de Treblinka, la periodista húngara Gitta Sereny entrevista a fondo al verdugo Franz Stangl. Desde su primera publicación, en 1974, el libro de Sereny se convirtió en un ejemplo de buen periodismo que sirvió para tomar dimensión de los crímenes contra la humanidad en el siglo XX.
Uno de los objetivos de la experimentada reportera era entender cómo «hombres ordinarios» como Stangl podían ser capaces de cometer semejantes atrocidades. En una entrevista de 2005, a propósito de una nueva edición de su libro, Sereny recordó lo perturbadores que resultaron sus encuentros con el jerarca nazi.
«Stangl me citó como un ejemplo de su calidad humana la relación que sostuvo con un ayudante judío, un kapo, Blau, con el que solía conversar. Un día, éste le dijo que su padre anciano había llegado en uno de los transportes. Un hombre de 80 años, Blau, es imposible, empezó displicentemente Stangl. Pero lo que Blau, muy consciente de dónde estaba, quería es que se le diera una muerte más digna y rápida a su padre que en las abarrotadas cámaras de gas, y que le permitieran que lo llevara antes a la cocina y le diese algo de comer.
Stangl se lo concedió. Mataron al anciano de un tiro en la nuca, en el Lazarett, el falso hospital. Blau fue luego a agradecer al comandante su autorización, y éste le dijo: Bueno, Blau, no hace falta, pero, por supuesto, si quieres agradecérmelo, puedes. Blau, claro, aunque Stangl no me lo confirmó, fue eliminado más adelante, como todos. Él no comprendía la monstruosidad de lo que contaba. Después de oírlo tuve que escapar y sentarme dos horas en un bar sintiendo un malestar como no había experimentado nunca. Luego, regresé», contó la periodista a El País.
La sombra del comandante, el último documental de Daniela Völker, trabaja en espejo con el libro de Sereny y, sobre todo, con La zona de interés, la película de Jonathan Glazer disponible en Amazon Prime, centrada en un comandante nazi que vive con su familia en las inmediaciones de un campo de concentración. Hans Höss, el protagonista del documental, tenía apenas tres años cuando su familia se mudó a metros del campo de concentración de Auschwitz, en Polonia. Su padre, el jefe nazi Rudolf Höss, planificó y llevó adelante la matanza de más de un millón de personas en el lugar.
Más de setenta años después, su hijo y su nieto Kai Höss enfrentan el terrible legado familiar con una profunda reflexión sobre el perdón y la memoria. Völker traza dos líneas narrativas: por un lado con la revisión del pasado en la intimidad de la familia de Höss y, por el otro, con el testimonio de Anita Lasker-Wallfisch, una ex chelista que sobrevivió en Auschwitz y reside en Londres. En paralelo, la realizadora cruza el relato con una voz en off que reproduce extractos de la autobiografía que Höss escribió en prisión mientras esperaba el juicio por sus crímenes.
«La primera vez que leí las memorias de mi abuelo, lo que me sorprendió es que era como un observador clínico; cómo se veía así mismo y cómo veía lo que hacía. Como un científico que observa un experimento inerte. Eso me demostró cierta frialdad en su alma», dice Kai Höss en La sombra del comandante.
El horror nazi sigue generando documentales de muchísimo impacto. El más reciente, estrenado por Netflix, fue Hitler y los nazis: la maldad a juicio, con archivos exclusivos del proceso judicial en Núremberg. En la misma plataforma, aunque con resultado dispar, también sigue disponible El Dorado: todo lo que odian los nazis, una historia alrededor de la comunidad LGTBQ+ en los años previos al ascenso de Hitler.
«Cada experiencia tiene sus propias raíces, y es crucial aprender del Holocausto que todas las formas de odio a los judíos son erróneas. Quise dejar que Anita tuviera la última palabra: los sobrevivientes no estarán siempre disponibles. Ella es alguien que tiene mucho para decir y su intelecto es muy agudo», aseguró Völker.
