Crudo diagnóstico sobre la depredación de los océanos

31/07/2021 actooalizame@gmail.com

Crudo diagnóstico sobre la depredación de los océanos

Radiografía de la pesca indiscriminada

Seaspiracy

El inicio del verano en el hemisferio norte trajo noticias con títulos catástrofe: una ola de calor sorprendió a Canadá con temperaturas superiores a los 40 grados; inundaciones devastadoras golpearon a Alemania, Bélgica y China; incendios incontrolables azotaron una vez más a California como consecuencia de la fuerte sequía que afecta el oeste de Estados Unidos.

Parte de las respuestas a estos desastres naturales, sostienen los ambientalistas, hay que buscarlas en el accionar irresponsable de los humanos a lo largo del último siglo: una depredación sostenida de recursos que atentó contra distintos ecosistemas y nos conduce al colapso.

En Seaspiracy, lo que empieza como una inquietud del director Ali Tabrizi (saber por qué un grupo de ballenas aparecieron muertas en la costa británica) termina con una aterradora radiografía del estado actual de los océanos como consecuencia de la pesca indiscriminada.

El cineasta arranca su documental con una serie de viajes con distintas escalas: la primera es en la isla japonesa de Taiji, conocida por la captura y matanza diaria de manadas de delfines, sin control alguno. «Ir a Taiji con una cámara es muy importante, pero no podemos arreglar esto y vos querés salvar el océano, ¿Cómo?», le pregunta Ric O´Barry, fundador de Dolphin Project y uno de los primeros en denunciar esta situación en la película The Cove, en el año 2009 (te dejo más información en los documentales relacionados al final de este mail).

En la isla, Tabrizi descubre que si bien algunos delfines son atrapados para cautiverio, entre los años 2000 y 2015 por cada delfín capturado al menos 12 más fueron asesinados. «¿Por qué matar a los delfines no elegidos para el cautiverio? Hay muy pocas razones para matarlos. No hay mercado para la carne de delfín. ¿Por qué no liberarlos en el mar? La respuesta a esa pregunta es el control de plagas. Los pescadores ven a los delfines como una competencia, creen que comen demasiados peces y que, si se deshacen de ellos, habrá más peces para atrapar», explica la ecologista Tamara Arenovich.

En otras palabras: los delfines como chivo expiatorio de un negocio millonario que afecta también a otras especies: los tiburones se cazan, por ejemplo, porque sus aletas son muy codiciadas y su consumo, especialmente en sopas, representa un símbolo de status en China. Por su parte, el 40% del atún rojo en peligro de extinción es controlado por el gigante de industria automotriz Mitsubishi, dueño de una de las atuneras más grandes del mundo. En la película abundan ejemplos similares.

Como la mayoría de las grandes producciones prefabricadas para Netflix, Seaspiracy también cae en la tentación de querer abarcarlo todo: a la pesca descontrolada y la contaminación con plásticos en los océanos, se suman unas líneas sobre la esclavitud en el mar con testimonios de algunos trabajadores tailandeses contratados como mano de obra barata que pasaron casi diez años cautivos en distintos barcos pesqueros. Una historia que probablemente merezca un documental exclusivo.

Trailer de Seaspiracy, de Ali Tabrizi

«Para intentar solucionar el problema del cambio climático, lo primero que hay que hacer es proteger el mar. Y la solución es muy simple: dejarlo en paz», dice Paul Watson, fundador de Shepherd Conservation Society. Según estimaciones del documental, de mantenerse este ritmo de pesca diario para mediados de este siglo ya no habrá pesca comercial porque sencillamente ya no quedarán suficientes peces.