El periodista y conductor neozelandés David Farrier tiene una fascinación especial por lo extraño y lo desconocido. En 2018 viajó por cinco continentes para visitar los lugares más insólitos para hacer «turismo oscuro». Ciudades elegidas por miles de turistas cada año para vivir experiencias extremas. Así Farrier cenó con «vampiros» en Nueva Orleans, nadó en un lago nuclear de Kazajistán y presenció un exorcismo en México.
«He construido mi carrera buscando lo raro e inusual de la vida», dice en el comienzo de Tickled, el documental que dirigió junto a Dylan Reeve, sobre una oscura industria creada alrededor de las cosquillas en los Estados Unidos. El realizador cuenta que llegó a la historia de casualidad cuando vio en internet un video de la Competencia de resistencia de cosquillas, un evento mensual organizado por la firma Jane O´Brien Media en Los Ángeles, California. En el certamen un grupo de participantes, generalmente jóvenes atletas de entre 18 y 25 años, recibían vuelos gratis a la ciudad, una estadía de cuatro noches en un buen hotel y 1500 dólares en efectivo por «resistir» y aceptar ser grabados durante una sesión de cosquillas.
Cuando Farrier quiso conocer detalles sobre esta extraña competencia, la respuesta destemplada de los organizadores lo descolocó: le dijeron que no querían lidiar con un «periodista homosexual» y se mostraron preocupados por “su estilo periodístico, su público y su reputación” en Nueva Zelanda. «Estaba un poco molesto pero a una parte de mí le pareció cómico», dijo el director en una entrevista. «No entendí cómo una compañía que solo produce videos de hombres haciéndose cosquillas podría decir eso».
Desde su estreno en 2016, Tickled generó revuelo. La investigación de Farrier y Reeve rastrea los orígenes de la empresa organizadora del evento (una fachada que va más allá del placer fetichista) y de su misterioso dueño David D’Amato, heredero de una de las grandes fortunas de Wall Street, acusado de amenazas y extorsión. «Probablemente nos metimos en esto de una manera bastante ingenua», explicó Farrier. «Nunca esperamos toparnos con lo que encontramos. El documental no es realmente sobre cosquillas, sino sobre poder».
Las proyecciones de la película también estuvieron rodeadas de situaciones insólitas. A la demanda millonaria que D´Amato impuso contra los realizadores apenas se estrenó el documental, se sumaron los detectives privados. El empresario los contrató para que se ocultaran entre el público y registraran con cámaras todo lo que los directores dijeran en sus presentaciones. «Estamos desconcertados con lo que descubrimos. Algunos han creído que esto es un documental falso, de lo increíble que es«, concluye Farrier.