Desde hace varios años, a propósito de algunos aniversarios, Netflix produce documentales que reconstruyen momentos históricos más o menos recientes. Una particularidad de esas producciones, fácilmente identificables dentro de su catálogo, es que se arman a partir de archivos, entrevistas con testigos y eventualmente reconstrucciones con actores. Una fórmula calcada que puede parecer reiterativa, pero de la que han surgido buenas docuseries como Cacería implacable: El atentado del maratón de Boston, por ejemplo.
En ese línea se encuadra ahora El atentado de Oklahoma: terror en Estados Unidos, el documental que la plataforma estrenó a 30 años del atentado en el Edificio Federal Alfred P. Murrah donde murieron 168 personas, entre ellas 19 niños. Con entrevistas a investigadores, sobrevivientes y ex empleados del lugar, la película explica el ataque terrorista doméstico más grande de la historia estadounidense cometido por el ex soldado del ejército Timothy McVeigh.
La película comienza con una empleada del edificio grabando a sus compañeras de oficina el 19 de abril de 1995, minutos antes de que una camioneta cargada con fertilizante agrícola y productos químicos estalle en la puerta del lugar. Más tarde, con la ayuda de los archivos de noticieros y de mapas interactivos, el documental estudia las hipótesis iniciales. En los primeros días, con muy poca evidencia recolectada, los investigadores creían que el ataque provenía de terroristas árabes.
Otra conexión, quizás un poco más fundada, hablaba de una reacción interna en respuesta al asedio en Waco, en Texas, donde 86 personas murieron tras un feroz operativo encabezado por el FBI en abril de 1993. Un tema que Netflix abordó en el documental Waco: el apocalipsis texano.
En mi opinión, un punto fuerte quizás desaprovechado de El atentado de Oklahoma: terror en Estados Unidos son las entrevistas con McVeigh. La película usa fragmentos extraídos de las más de 60 horas de conversaciones que el ex soldado mantuvo con periodistas locales en la cárcel antes de ser condenado a pena de muerte. En esas grabaciones, recuerda el bullying que sufrió en su infancia, los problemas para tener amigos y su pasión delirante por las armas.