Hace unos días terminé de leer El pintor de la Suiza argentina (Bajo la luna, 2024), un libro del periodista y escritor argentino Esteban Buch, sobre la vida del artista belga Toon Maes. Colaboracionista nazi, Maes vivió en la ciudad rionegrina de Bariloche durante 30 años. El libro se publicó originalmente en 1991 y tuvo una enorme repercusión. A través de su personaje, Buch rodeó a su vez un tema más inquietante y oscuro: la red de silencio y protección alrededor de los nazis que llegaron a la Argentina después de la caída de Adolf Hitler.
La apasionante pesquisa de El pintor… puso la lupa sobre criminales nazis como Erich Priebke, ex oficial de la Gestapo, que como Maes vivió en Bariloche y llevó adelante una vida de presunto ciudadano intachable al frente del colegio Primo Capraro. El trabajo de Buch despertó el interés de la cadena estadounidense ABC News que en 1994 interceptó a Priebke para preguntarle sobre su rol en la Masacre de las fosas Ardeatinas cuando los nazis asesinaron a 335 civiles italianos, en 1944. En la nueva edición de El pintor…, el autor escribe una larga y necesaria introducción sobre los puntos fuertes de su trabajo que sirvió de fuente para investigaciones posteriores sobre el tema.
En 2007, el director Carlos Echeverría estrenó su documental Pacto de silencio, donde rastrea el arribo de los alemanes a Bariloche y el silencio cómplice de la comunidad con personajes como Priebke. Con el correr del siglo XX, inmigrantes alemanes se concentraron en el Barrio Belgrano, al pie del Cerro Otto, pero al finalizar la Segunda Guerra Mundial el país habilitó la llegada de criminales nazis.
En una de las primeras escenas del documental se ve al ex oficial de la Gestapo rodeado de amigos y vecinos a la salida de una misa mientras Echeverría intenta sin éxito hacerle preguntas. En el tumulto aparece Pedro Bianchi, abogado de Priebke y de represores argentinos como Alfredo Astiz y Miguel Etchecolatz, ambos condenados por crímenes de lesa humanidad, que en televisión reconoció ser amigo del genocida Emilio Massera: «Soy amigo de asesinos, ¿y qué?».
Pacto de silencio dialoga con varias producciones audiovisuales mencionadas por Buch en su libro, como la serie canadiense Nazi Hunters (2010) o la película francesa Monsieur Priebke, un nazi en Argentine (1998). En poco más de dos horas, Echeverría traza varias hipótesis sobre el silencio, la complicidad y el horror que permitieron que un criminal sea venerado por toda una comunidad.
En un trabajo de montaje muy logrado, combina entrevistas con referentes de la comunidad alemana que conocieron de cerca a Priebke, ex trabajadores del colegio Primo Capraro y familiares de las víctimas italianas, con testimonios de hijos de inmigrantes alemanes que reconocen -sin filtro- una supuesta persecución sobre el ex oficial nazi.
«En 1994 Priebke está en el punto máximo de su prestigio y domina toda la actividad de la comunidad alemana. El pacto de silencio parece impenetrable y tiene asegurada su continuidad», dice la voz en off de Echeverría. Ese mismo año, la suerte de Priebke quedará sellada para siempre: tras la entrevista con ABC News, 50 años después de la Masacre de las fosas Ardeatinas, la justicia italiana lanza un proceso de extradición. Durante un año y medio, Priebke permanece en prisión domiciliaria hasta que en noviembre de 1995 se despide con abrazos de los policías argentinos que lo custodian antes de subirse al avión que lo llevará a Roma, donde será condenado por sus crímenes contra la humanidad en 1998.